Entrevista en diario la República año 2000

 

Cada maestro…

Los viejos tambores africanos consistían en un tronco ahuecado al que se le sujetaba el cuero –o lonja– con tachas. Después se usaron las barricas de whisky. Con el paso del tiempo el instrumento pasó por un proceso de evolución, hoy son bastante más sofisticados. Cada tambor difiere en su creación, según el artesano que lo hace.

Joan Fernández es muy joven, hace seis años que está en el oficio, tocó en la comparsa Maracumbé cuando era niño. Sigue cerca de Asambuya, la comparsa del Cerro.

Revela sin problemas su método. Considera que la selección de la madera es fundamental, utiliza pino brasil, porque es liviana, bastante versátil y fácil de trabajar. Dice que elige la más oscura porque es mejor y desecha las partes con nudos. Luego de cortarla en tiras –llamadas duelas–, las moja y las pone en bastidores para curvarlas. Una vez que seca las vuelve a tensionar. Los tambores llevan de 16 a 36 duelas, depende del tamaño. Para unirlas Joan usa cola italiana, que tarda un día en secar.

El tambor lo pone en una prensa. Después que saca el futuro tambor se cepilla. El paso siguiente es lijarlo. Para sujetar las duelas en algunos casos pone un fleje (tira de chapa que lo rodea), sobre todo en casos en que no se encola. Joan coloca al instrumento fibra de vidrio para darle firmeza. Pone el cuero y a algunos tambores un tensor de hierro que mantiene la lonja tirante.

 

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